jueves, 14 de febrero de 2013

Tropiezos

El tren va lleno. Rostros distraídos y miradas perdidas. Dos personas se cruzan en una parada. Uno baja, la otra sube. Ella está concentrada en su teléfono móvil, escribiendo algún mensaje que no puede esperar. Él sale del vagón enfrascado en la lectura de un libro. Sus hombros se tocan. Un leve roce, apenas un empujón.

—Disculpa —murmuran los dos al unísono, sin despegar la vista de lo que los distrae.

Un pitido avisa a los pasajeros. Las puertas se cierran, el tren arranca. Ella camina por la estación, de camino a la salida. Él sigue leyendo, abstraído. Ninguno de ellos sospecha que aquel pequeño choque anónimo era el momento adecuado para levantar la cabeza y tropezar con unos ojos azules, con una sonrisa dulce. Que estaban predestinados. Que aquel era el día y el lugar.

Pero el tren ha seguido su camino. Y ellos no volverán a coincidir. O sí. Pero ya no serán los mismos. Ya no estarán predestinados.

BB.

1 comentario:

Belén dijo...

oooh!!!! que triste realidad!