Aquel día te habías muerto, pero
yo ni siquiera lo noté.
Estaba preocupada por el examen que tenía el día
siguiente y por la fiesta de bienvenida que te estábamos preparando. Tenía que
salir todo perfecto.
Tampoco me paré a pensar en que no te gustaría la celebración, tú no eras de ésos. Lo habías dicho muchas veces. Pero a mí me
dio igual. Quería que vieras lo contentos que estábamos todos por volverte a
tener a nuestro lado, que te dieras cuenta de lo mucho que te habíamos echado
de menos. Lo tenía todo pensado. Entrarías por la puerta arrastrando la maleta
y te quedarías petrificado al ver tu casa invadida. Me buscarías con la mirada,
enfadado. Y antes de que pudieras murmurar un “¿qué significa esto?”, te
rodearía con mis brazos. Con un gesto fugaz borraría la distancia que nos había
separado. Los años en blanco ya no existirían.
Pero
tenías que morirte. No pudiste resistirte a aquel golpe de teatralidad. Siempre
llamando la atención. Eras de ésos, sí. De los que tenían que sorprender.
Ni
siquiera me llamaste. Ni una nota, nada. Desapareciste. Y yo aquí, como una
boba, pensando en cuánto me faltabas, en el tiempo perdido que recuperaríamos.
Supongo que todavía estabas enfadado. ¿O tenías miedo? Quizás ambas cosas, qué
sé yo, nunca me contabas nada. Odio pensar que era cobardía, que preferías
cualquier cosa antes que volver a enfrentarte al pasado. A mí. Ahora estoy
decepcionada.
Me
dijeron muchas cosas antes de darme la noticia de tu muerte. Ninguna tenía
sentido, y aun así yo me aferraba a ellas porque presentía la realidad. No,
porque con ellas podía construir mi propia realidad, en la que tú todavía ibas
a enfadarte por la fiesta de bienvenida. Es demoledor, percatarse de cuánta mentira
hay en la palabra verdad.
Sin
embargo, continúo esperando. Esperándote. ¿Llamarás a la puerta? ¿Te veré
aparecer sin más? Poco me importa. Puedo –y ten por seguro que lo haré, ya me
conoces, yo soy de ésas- inventar mil historias en las que nos reencontraremos
de mil maneras distintas, para luego deshacerlas, romperlas en pedazos para
recomponer otras mil. Cualquier cosa para traerte de vuelta, para evitar pensar
que no nos cruzaremos, que el camino se ha acabado. Que no habrá más historias
hasta que te mueras de verdad y subas aquí arriba. Tendrás una fiesta de
bienvenida, aunque tú no seas de ésos.
BB.
No hay comentarios:
Publicar un comentario