miércoles, 9 de diciembre de 2015

Yo

Sólo hablaba de sí misma. Yo, me, soy.

Sabía hablar en público. Se notaba en su fluidez de palabra que tenía experiencia en desarrollar ideas, en sonreír al interlocutor y en convencer aunque la frase estuviera hecha únicamente de humo. Y también se entreveía que tenía prisa por impresionar. Se esforzaba por contar su recorrido y sus logros. Su porqué. Yo, yo, yo.

Su salvavidas era una libreta. La apoyaba en las rodillas y escribía con nerviosismo, saltando entre páginas sin orden aparente. Se agarraba a aquel cuaderno para no naufragar en el diálogo y continuaba hablando de lo que la apasionaba. Yo, mi, me.

Ni siquiera se preocupaba de si su público seguía prestándole atención. De si aquellas tres personas sentadas frente a ella en el sofá la escuchaban o se fijaban en la manera en que se apartaba el pelo de la cara. Quizás dejaban correr los segundos estudiando la raya azul que le delineaba los ojos.

Y ella hablaba sin trastabillar, ajena a su propio monólogo. Con su palabrería quedaba lejos de todo. Hasta de su propia soledad, que la había traído a aquella habitación en el centro de una ciudad que desconocía.


Cuando yo, yo, yo.

BB

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