jueves, 2 de mayo de 2013

Tal vez

Apenas había tenido tiempo de conocerla. 

Ni siquiera podía afirmar con certeza si tenía los ojos totalmente marrones o si, en cambio, se teñían de verde cuando les daba el sol. Del rostro, eso sí, se había fijado en la boca de labios finos, que se cuarteaban cuando soplaba viento, y en la nariz pecosa. El pelo negro lo llevaba recogido en una coleta, pero nunca le había preguntado el porqué. 

Sentía un ligero picor en el pecho, un malestar que no llegaba a ser opresión. La echaría de menos, aun sin saber si los cereales los tomaba con la leche caliente o fría, o si leía la última página de un libro antes de llegar al final. Había tenido poco tiempo para descubrir una ironía marcada bajo la sonrisa tímida que le ladeaba una parte de la cara. Y suponía -ya nunca podría asegurarlo- que ella era de las que se contaba historias antes de irse a dormir. Historias de piratas, con esto no fallaba. 

Se habían separado tan de cuajo, que los defectos no habían llegado a contar. Sabía, sin embargo, que su manera obstinada de morderse el labio inferior para no discutir y la elección de palabras enrevesadas en los momentos más inoportunos, le habrían sacado de quicio. Pero no tenía ni idea de lo que a ella le habría molestado de él. Y ese pensamiento se le anudaba en la garganta y le obligaba a morderse la lengua para no permitir que la rabia llegara a los ojos. 

Habrían sido grandes amigos. O algo más, incluso. Quién sabe. Aquello ya era historia. Tal vez, la historia que ella se contaba antes de apagar la luz y meterse en la cama.


BB.

No hay comentarios: