En el cuadro, ella tenía los ojos azules. Del color del mar en un día de verano.
Había tardes en que me pasaba horas enteras estudiando aquella imagen. No tenía nada de excepcional. Era un lienzo más adornando el pasillo. Una tela coloreada, una figura anónima. Pero yo no podía cruzar la casa sin tropezar con esa mirada cristalina. Me atraía la mediocridad de las pinceladas. Me veía reflejada en la vacuidad de aquella indiferencia. En la manera de mirar sin querer ver.
Esa figura era yo. Esos ojos no eran los míos.
BB.
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